Hoy quiero compartir una entrada, que al menos para mí
es un tanto curiosa. ¡Tranquilos que no se trata de gastronomía.!
La Big Mac no es únicamente la estrella más brillante
de la constelación ,McDonald’s, ni
el representante más delicioso del estilo de vida estadounidense; la
hamburguesa se ha hecho su lugar en el mundo de la economía protagonizando uno
de los indicadores más relevantes para conocer la situación monetaria de los
países: el llamado índice Big Mac.
¿Qué es el índice Big Mac?
Cualquiera que haya viajado por unos cuantos países y
haya degustado alguna hamburguesa en los numerosos McDonald’s que hay por el
mundo, se habrá dado cuenta de que un Big Mac no cuesta lo mismo en cada uno de
ellos.
Si disponemos de 10 dólares para comprar únicamente
hamburguesas Big Mac, según el país en el que nos encontremos podremos comprar
mayor o menor cantidad. Esto ocurre porque un dólar no vale lo mismo en cada
país. En base a esta idea, la revista The
Economist desarrolló el Índice Big Mac.
Este índice fue construido con dos objetivos, por un
lado comparar el costo de vida entre dos países, y por otro evaluar si las
monedas de cada país están en su valor «correcto» respecto al dólar.
La idea del índice es básicamente la misma que la del método de Paridad de Poder Adquisitivo (PPP por sus siglas en inglés). El mismo consiste en la conformación de una canasta de bienes y servicios que pueda ser evaluada razonablemente en cualquier país, para luego comparar, con los valores normalizados al dólar y relativos al PiB per cápita, el precio de la misma entre los diferentes países.
Lo que hacen es tomar el precio de una hamburguesa en
Estados Unidos y compararlo con el precio de otros países. Para realizar esa
comparación, es necesario llevar la moneda de cada país al dolar.
Como se supone que el precio debe ser el mismo, porque
el producto y la empresa son los mismos, se asume que la diferencia de precios
responde a un mal ajuste del tipo de cambio, también conocido como arbitraje.
¿Por qué The Economist eligió el Big Mac para hacer un
índice? Principalmente, por su simplicidad basada en tres razones:
1. Tomar una hamburguesa como precio de referencia para
comparar los «precios» de las divisas, es decir el tipo de cambio entre las
monedas de los distintios países, tiene sentido si consideramos que la cadena
de restaurantes de comida rápida que las vende está en una enorme cantidad de
países.
2. Una hamburguesa es un producto bastante estándar, ya
que si bien puede variar la calidad o algunos costos asociados, la producción
es básicamente la misma.
3. Se puede encontrar en prácticamente todo el mundo y
esto permite hacer comparaciones entre países.
Por tanto, y en base a las premisas anteriores se
podría afirmar que, cuando el precio de un país está por encima del precio de
Estados Unidos, la moneda de ese país está apreciada respecto al dólar, es
decir sobrevalorada. De modo contrario, cuando el precio está por debajo, la
moneda está depreciada.
Sin embargo, el Índice Big Mac presenta algunas
limitaciones:
Su demanda no es homogénea, ya que mientras en los
países de renta alta lo comprarán mayoritariamente las personas con un poder
adquisitivo medio o medio-bajo, en los países de renta baja lo comprará la
élite, ya que la gente con rentas bajas comprarán alimentos más económicos.
El producto no es perfectamente homogéneo, ya que un
Big Mac en la Índia o en Emiratos Árabes no está hecho con carne de ternera,
sino con carne de pollo, por lo que los costes de producción del Big Mac
tampoco son idénticos.
Y probablemente lo más cuestionable del índice sea la
elección de una hamburguesa como producto de referencia. Porque bien, como ya
comentamos, podemos encontrar Mc Donald’s en muchos países, pero es un producto
típicamente occidental, por lo que no es significativo y no dice nada sobre la
mayoría de las sociedades no occidentales.
También es cierto que el índice no pretende ser una
herramienta de política económica, sino que solo cumple una función
informativa, a grandes rasgos, capaz de ilustrar la situación de los tipos de
cambio a nivel mundial, el propio The Economist, advierte sobre las
limitaciones que tiene el índice, y lógicamente existen otros índices más
precisos a la hora de reflejar la Paridad del Poder Adquisitivo
Fátima Aguirre
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