sábado, 6 de enero de 2018

ENTRADA DE ESPAÑA EN LA CEE



Era febrero de 1962. El ministro de Exteriores español durante la dictadura de Francisco Franco - Fernando María Castiella-, escribía una carta en la que solicitaba el ingreso de España en la Comunidad Económica Europea; la respuesta, negativa, no tardó en llegar. 
 
No fue hasta 15 años después, con la llegada de la democracia, cuando las aspiraciones de España por lograr su incorporación a las Comunidades Europeas cobraron impulso, y con tal propósito, el Gobierno del entonces presidente Adolfo Suárez solicitó formalmente el 26 de julio de 1977, la adhesión de España a la CEE (hoy Unión Europea). Esto significó el inicio de interminables negociaciones que ocuparon 8 años y tres gobiernos diferentes, y que finalizaron con la firma del acta de adhesión el 12 de junio de 1985 por el presidente del gobierno Felipe González en el salón de Columnas del Palacio Real de Madrid, incorporándose España de manera plena y efectiva el 1 de enero de 1986.

Se temía que la incorporación de un país de tamaño relativamente grande, como España, no haría sino agravar tales problemas internos. Los recelos, e incluso prejuicios infundados, de algunos países a la elevada competitividad de algunos sectores españoles completaban el panorama inicial de la negociación una vez superado el escollo del cumplimiento de las condiciones políticas (régimen democrático) para la adhesión.

El texto mostraba la situación económica tanto de la comunidad como de España y se hacía una explicación detallada de las áreas de la industria, la agricultura y la pesca. La entrada de España suponía un incremento del 30% de su superficie y población agrícola y del número de sus explotaciones. Por otro lado, la flota pesquera española ocupaba el primer lugar de Europa y la tercera del mundo. Por último, la industria siderúrgica contó con una competitividad inferior a la comunitaria, con problemas de reestructuración tanto en España como en la Comunidad.

El peso del aislamiento internacional todavía estaba demasiado presente en el escenario español. Durante años, especialmente entre 1945 y 1953, el país mantenía poca -o ninguna- relación más allá de sus fronteras. Con la democracia ya instaurada, la diplomacia española aspiraba a dejar atrás aquella imagen y el ingreso en la CEE era su principal baza. 

Cuando España firmó el Acta de Adhesión a las Comunidades Europeas, su economía era una de las más frágiles del continente. Esta incorporación, y la posterior andada en la hoy UE, se convirtieron en la principal palanca para modernizar España. La recepción de ayudas económicas, dejar atrás los viejos aranceles, las reformas estructurales y la política de libre circulación favorecieron el crecimiento de la economía española.


Tras la adhesión se produjo en España un periodo de prosperidad económica, en el que durante cinco años seguidos se logró el mayor índice de crecimiento de toda la comunidad, el PIB logró crecer a un ritmo del 5% y se lograron numerosos avances que redundaron el bienestar de la sociedad española.

Fátima Aguirre

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