Era febrero de 1962. El ministro
de Exteriores español durante la dictadura de Francisco Franco - Fernando María Castiella-, escribía una carta en la
que solicitaba el ingreso de España en la Comunidad Económica Europea; la
respuesta, negativa, no tardó en llegar.
No fue hasta 15 años después, con
la llegada de la democracia, cuando las aspiraciones de España por lograr su
incorporación a las Comunidades Europeas cobraron impulso, y con tal propósito,
el Gobierno del entonces presidente Adolfo Suárez solicitó formalmente el 26 de
julio de 1977, la adhesión de España a la CEE (hoy Unión Europea). Esto
significó el inicio de interminables negociaciones
que ocuparon 8 años y tres gobiernos diferentes, y que finalizaron con la firma
del acta de adhesión el 12 de junio de 1985 por
el presidente del gobierno Felipe González en el salón de Columnas del Palacio
Real de Madrid, incorporándose España de manera plena y efectiva el 1 de enero
de 1986.
Se temía que la incorporación de
un país de tamaño relativamente grande, como España, no haría sino agravar
tales problemas internos. Los recelos, e incluso prejuicios infundados, de
algunos países a la elevada competitividad de algunos sectores españoles
completaban el panorama inicial de la negociación una vez superado el escollo
del cumplimiento de las condiciones políticas (régimen democrático) para la
adhesión.
El texto mostraba la situación
económica tanto de la comunidad como de España y se hacía una explicación
detallada de las áreas de la industria, la agricultura y la pesca. La entrada
de España suponía un incremento del 30% de su superficie y población agrícola y
del número de sus explotaciones. Por otro lado, la flota pesquera española
ocupaba el primer lugar de Europa y la tercera del mundo. Por último, la
industria siderúrgica contó con una competitividad inferior a la comunitaria,
con problemas de reestructuración tanto en España como en la Comunidad.
El peso del aislamiento
internacional todavía estaba demasiado presente en el escenario español.
Durante años, especialmente entre 1945 y 1953, el país mantenía poca -o
ninguna- relación más allá de sus fronteras. Con la democracia ya instaurada,
la diplomacia española aspiraba a dejar atrás aquella imagen y el ingreso en la
CEE era su principal baza.
Cuando España firmó el Acta de
Adhesión a las Comunidades Europeas, su economía era una de las más frágiles del continente. Esta incorporación, y la
posterior andada en la hoy UE, se convirtieron en la principal palanca para
modernizar España. La recepción de ayudas económicas, dejar atrás los viejos
aranceles, las reformas estructurales y la política de libre circulación
favorecieron el crecimiento de la economía española.
Tras la adhesión se produjo en
España un periodo de prosperidad económica, en el que durante cinco años
seguidos se logró el mayor índice de crecimiento
de toda la comunidad, el PIB logró crecer a un ritmo del 5% y se lograron
numerosos avances que redundaron el bienestar de la sociedad española.
Fátima Aguirre
Fátima Aguirre
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